Desde el Departamento de Orientación nos comparten el extracto de recomendaciones a tener en cuenta ante la pérdida de un ser querido. Estas pautas han sido extraídas del material elaborado por Rafa Guerrero, psicólogo infantil especializado en inteligencia emocional. En lenguaje sencillo, brindan un marco de referencia con el cual abordar el tema de la muerte en la infancia, sirviendo como complemento a las verdades eternas que consuelan el alma y traen esperanza en medio de la tristeza o la confusión:
“A continuación, de forma más práctica y concreta, ofrecemos algunas ideas o pautas que pueden ayudar a los familiares a comunicar a los niños que un familiar o amigo ha fallecido, así como algunas pautas para los días posteriores al fallecimiento:
- Vayamos siempre primero con la verdad: ocultar la muerte de alguien no debería ser una opción, independientemente de la edad de nuestros hijos. Recuerda que los niños están preparados para recibir cualquier noticia, aunque sea triste.
- Hablar de la muerte con la mayor naturalidad posible: hablar de la muerte no es fácil, por eso a veces se convierte en un tema tabú o del que pocas veces se habla en las familias. Es conveniente hablar de la muerte como parte de la vida y naturalizar estos temas.
- Dar al niño una narrativa adecuada: las explicaciones que demos a nuestros hijos deben ser realistas, coherentes y empoderadoras. Deberán adaptarse a la edad y personalidad del menor. Según el modelo SEPA, sería importante incluir en la narrativa Sensaciones, Emociones, Pensamientos y Acciones.
- A la hora de informar al menor, déjale tiempo para que se exprese: dar la noticia de un fallecimiento no es fácil. Elaborarlo e integrarlo resulta difícil tanto para el niño como para los padres. Por este motivo, es recomendable dejar un tiempo después de dar la noticia por si quieren preguntar algo.
- Validar y permitir todas las emociones: el sentido común nos dice que cuando muere un ser querido, la única emoción posible es la tristeza. La realidad es que pueden aparecer diferentes emociones: enfado, miedo, curiosidad, indiferencia y, por supuesto, tristeza. Todos ellos deben ser permitidos y legitimados.
- Conecta con la emoción: aunque la emoción de tristeza sea desagradable, es una emoción fundamental.
- Hay que intentar evitar frases que impidan que el niño conecte y sienta tristeza, como “no estés triste”, “no pasa nada” o “no llores”. Conectar con la tristeza de la pérdida nos hace tomar conciencia de ella.
- Expresa tus emociones: si queremos que nuestros hijos suelten el miedo, el enfado o la tristeza que sienten por la muerte de su abuela, es importante que seamos los primeros en expresar con naturalidad nuestros afectos.
- Ten siempre en cuenta a los menores: a veces, con buena intención, apartamos a nuestros hijos de estos duros momentos. No los tenemos en cuenta ni les preguntamos si quieren ser parte de la despedida del difunto y de los rituales establecidos social y culturalmente (funeral, funeral, entierro, cremación, etc.).
Creo que es importante dejarles decidir y apoyarles en su decisión. “Es tan respetable y válido que el niño quiera formar parte de estos rituales como que prefiera no hacerlo”.